jueves, 15 de abril de 2010

Vivienda y política.

Editorial del diario EL PAIS 15-04-10.

Uno de los proyectos más auspiciosos que lanzó el nuevo gobierno es el llamado Plan de Emergencia Habitacional, con el cual se buscaría dar solución a un problema gravísimo que enfrenta el país, y cuya expresión más lastimosa son los 200 mil compatriotas que viven en asentamientos irregulares. Para eso se hicieron anuncios de todo tipo, como que iban a trabajar los militares, que se coordinaría con los constructores privados, y un largo etcétera que llenó de expectativa a muchos. Sin embargo la cosa fue quedando relegada, como ha sucedido con varios de estos "megaproyectos" de la nueva administración.
Esta semana el presidente volvió a la carga con el tema, y convocó a un asado en Anchorena a dos actores singulares en la materia, Fucvam y el Pit-Cnt. Tras el encuentro, abundaron sonrisas y promesas de ayuda, pero a más de un analista la reunión le resultó llamativa. Por un lado es indudable que una entidad que reúne a decenas de cooperativas de vivienda, y una central gremial cuyo núcleo es el sindicato de la construcción tienen mucho que decir al respecto. Pero también es verdad que son dos actores que han sido sumamente problemáticos para todos los gobiernos previos que han buscado soluciones al tema.
Fucvam es una organización que ha ganado un peso político desmesurado en la realidad nacional en base a defender posiciones de ultraizquierda, en muchos casos teniendo un rol protagónico en temáticas que no refieren a sus fines sociales característicos (hasta tuvo representantes en el Congreso Nacional Educativo). Amparados en ese peso político han logrado concesiones de todos los gobiernos y, lo más grave, han generado una deuda con el Estado que nadie se anima a calcular, pero se estima supera holgadamente los 300 millones de dólares. Como decía hace poco un representante de la Agencia Nacional de Vivienda en un informe publicado por El País "Nunca pagaron y nunca nos van a pagar, porque saben que aunque los amenacen, el Estado nunca va a rematar una propiedad colectiva en la que viven ancianos, niños y familias".
En ese informe, el ex ministro de Vivienda Carlos Colacce comentaba sobre las dificultades que había tenido con Fucvam, entre las cuales debió enfrentar una huelga de hambre, y decía que "a ellos les cuesta entender que el cooperativismo no es la única vía para solucionar los problemas de vivienda". Parece claro entonces que el primer tema a resolver con la organización debería ser la forma de cobrar esa deuda millonaria (con la que se podrían construir cientos de viviendas), además de lograr que asuman que no son los únicos actores en la materia con que el gobierno puede contar para buscar soluciones. Pero de eso no parece haberse hablado en Anchorena.
Con el Pit-Cnt el problema parece ser más político que otra cosa. La entidad, cuyos principales dirigentes como Juan Castillo o Marcelo Abdala, son el eje dirigencial del Partido Comunista (clave para que Mujica impusiera su candidatura en el Frente) han sido los más duros críticos del mandatario en sus primeras semanas de gobierno. Se le ha "pegado" por su proyecto de reforma del Estado, por la idea de liberar a los presos de más de 70 años ("no se lo vamos a perdonar", dijo Castillo), y hasta se llegó a sostener que "en algún momento se terminará este romanticismo que se le tiene a Mujica". Nuevamente, en las reacciones tras el encuentro de Anchorena no se dijo nada sobre estas diferencias, pero tampoco se fue muy explícito sobre cual sería el aporte del Pit-Cnt al Plan de Vivienda.
Lo preocupante de todo esto parece ser que el presidente Mujica se ha mostrado demasiado susceptible a aceptar las presiones de este tipo de organizaciones "sociales". Basta recordar que la famosa reforma del Estado ha quedado en nada, y que el proyecto de liberar presos ancianos también fue al cajón. Es de esperar que no suceda lo mismo con el ambicioso plan de vivienda que iba a contar con el apoyo de constructores privados y otros actores de la materia, y que todo se resuma a seguir dando realce a quienes tienen en el asunto más intereses de un protagonismo político que de solucionar definitivamente los problemas.

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