Se promovería la radicación de una élite culta del Primer Mundo formada por investigadores y creadores de la sociedad del conocimiento.
Es preciso definir claramente qué espacio ofrecería el país para vivir y trabajar desde la perspectiva de un "ciudadano del mundo". Para ello se debe empezar por una planificación de largo plazo y establecer una coordinación muy fina entre el Estado y el sector privado, afirmó el arquitecto uruguayo Rafael Viñoly, radicado desde hace treinta años en Nueva York. En diálogo con ECONOMIA & MERCADO, el entrevistado expresó que Uruguay tiene enormes posibilidades de redefinirse como un lugar único en América Latina para atraer a una inmigración calificada. Sostuvo que es más importante para cualquier país captar personas de alto nivel cultural que gente de fortuna que necesita esconderse por diversas razones. El Arq. Viñoly alcanzó renombre mundial en 1989 cuando ganó el concurso para la construcción del Foro Internacional de Tokio y en 2002 uno de sus proyectos resultó ser una de las propuestas finalistas para reconstruir el Ground Zero, donde antes se erguía el World Trade Center de Nueva York. Está previsto que visite Montevideo a principios de octubre con motivo de la inauguración de la nueva terminal del Aeropuerto Internacional de Carrasco, obra en la que participó como proyectista. A continuación un resumen de la entrevista.
-¿Cómo se podría calificar, desde una óptica arquitectónica, a la capital uruguaya?
-Montevideo es un catálogo de buena arquitectura de los años treinta y cuarenta, mientras que en el resto del mundo sólo quedan algunos edificios desperdigados de esa época. Esta ciudad es una de las pocas, si no la única, donde se recurrió al estilo modernista para la construcción de buena parte de las viviendas de ese período. Desde el punto de vista urbanístico, la capital uruguaya se caracteriza por haberse extendido mirando hacia el Río de la Plata y por haber mantenido una relación equilibrada entre su edificación y los espacios verdes. Sin duda sus cualidades físicas, geográficas y arquitectónicas le dan una gran potencialidad a su desarrollo futuro.
-¿Qué tipo de obra le gustaría construir en Montevideo?
-Nunca he trabajado en esta ciudad, aunque diseñé el proyecto de la nueva terminal del Aeropuerto de Carrasco. Me interesaría mucho contribuir a que la capital uruguaya tenga la posibilidad de elegir un tipo de proyecto, que ya está latente en el mundo, para que gente de altos ingresos se sienta atraída a vivir en Uruguay. No me refiero a un proyecto turístico de gran escala porque el Río de la Plata no es el Caribe. Este es el lugar más adecuado para crear una ciudad en donde residir parte del año. Ese proyecto tendría muy poca competencia -ni siquiera de Argentina y Brasil- porque Uruguay está suficientemente alejado de los focos de turbulencias políticas y sociales, pero no es tan lejano como Australia. Ha dejado de ser considerado el fin del mundo, como sucedía hasta no hace mucho tiempo. Las distancias con los países más desarrollados se han acortado por la reducción en las horas de vuelo y, sobre todo, por la "magia" de Internet.
-En los últimos años, muchos extranjeros han adquirido viviendas en Montevideo y Punta del Este. ¿Es factible que un público de alto poder adquisitivo decida vivir en Uruguay?
-A Uruguay se le presenta hoy la oportunidad de captar una inmigración calificada, que es sólo comparable con lo sucedido en las primeras décadas del siglo XX. En el Primer Mundo se está mirando con mucha atención hacia esta región. Con los avances de la informática y las facilidades que ofrece el transporte aéreo, Montevideo o Punta del Este podrían convertirse en un lugar preferido no sólo para inversiones en bienes inmuebles, sino para residencia temporal o permanente de personas que saben apreciar las bondades de una población educada y con una ética de trabajo bastante particular para los patrones de Latinoamérica.
-¿Le resultaría atractivo a gente de buen nivel económico y cultural residir en Uruguay?
-Esas personas viven en países desarrollados donde los conflictos sociales, políticos, religiosos y raciales son cada vez más graves. En cambio, lugares de una cierta escala como la capital uruguaya tienen virtudes que no son comparables, por ejemplo, con las dimensiones de algunas metrópolis de la región. Si bien Uruguay no entraría en una lista de las cien naciones con probabilidades de convertirse en potencias mundiales, sí podría figurar en una posición aventajada entre los sitios potencialmente ventajosos para albergar a creadores de la sociedad del conocimiento. Y no podemos soslayar que la biotecnología, la tecnología de la información, la tecnología de nuevos materiales, la nanotecnología y los nuevos campos de investigación genética serán los motores de la economía en las próximas décadas.
-¿Está nuestro país en condiciones de recibir a una inmigración altamente calificada?
-Habría que ofrecerles todas las comodidades que tienen en el Primer Mundo. Pero no es imposible construir un pequeño Londres en Uruguay, donde a la calidad de los servicios de la capital británica se le agregarían los beneficios de un ambiente natural en un sitio alejado de las tensiones de las grandes urbes. No son muchos quienes, especialmente en la región, pueden ofrecer un mercado tan atractivo. En consecuencia, este país tiene enormes posibilidades de redefinirse como un lugar único en América Latina. Sin embargo, cualquier proyecto en ese sentido tiene que ser planificado cuidadosamente porque el fenómeno de las migraciones, sobre todo de gente con muy alto nivel educativo, no ocurre porque sí.
Políticas de Estado
-¿De qué forma se podría concretar ese proyecto?
-Ningún proyecto de ese tipo podrá concretarse si no se conoce el modelo de país al que se aspira tener dentro de veinticinco o treinta años. Por ejemplo, si la idea es que Uruguay sea un refugio para el capital extranjero al estilo de Liechtenstein, lo cual es totalmente posible, habría que planificar de acuerdo con un cierto esquema. Si, en cambio, se apunta a una pequeña ciudad de actividades terciarias de amplio espectro, eso implica la conformación de una sociedad más balanceada. En realidad, es más importante que se radiquen en el país personas de alto nivel cultural que gente de fortuna que necesita esconderse por diversas razones.
-¿Cómo se puede atraer a ese público culto y de alto poder adquisitivo?
-Se requieren políticas de Estado estables y consistentes. Será necesario que el país ofrezca seguridad jurídica, tenga un sistema impositivo claro y, además, cuente con capacidad de management, lo cual no es difícil de desarrollar en un país relativamente chico que siempre ha dado una gran importancia a su sistema educativo. Lo importante es que esos "ciudadanos del mundo" puedan vivir en Uruguay en las mismas condiciones que en Ginebra de modo que sigan sintiéndose integrados a la "sociedad del conocimiento".
-Pero una mudanza de un hemisferio a otro no parece ser una decisión fácil de tomar…
-La movilidad de la sociedad actual es muy intensa entre la nueva clase de creadores en las áreas de las ciencias y la tecnología, lo cual era impensable algunas décadas atrás. Nadie sabe cómo será el mundo dentro de veinticinco años, pero ya son perceptibles tendencias que indican que ese modo de vida se generalizará para ciertos grupos sociales.
Si Uruguay lograse atraer a las élites cultas de los países centrales, seguramente se duplicaría la demanda de casas ubicadas en un ámbito natural, relativamente agreste y apartado del "mundanal ruido", pero rodeado de todos los servicios para un público selecto. Lo afirmo categóricamente porque no conozco otro país que pueda ofrecer este tipo de posibilidades.
Infraestructura
-¿Qué tipo de infraestructura sería necesaria si una élite culta decidiera radicarse en Uruguay?
-Es preciso definir claramente qué espacio ofrecería el país para vivir y trabajar desde la perspectiva de un ciudadano del mundo. El tema de la infraestructura no puede limitarse a la construcción de viviendas adecuadas para ese público selecto, sino que debe complementarse con un sistema de telecomunicaciones veloz y eficiente, disponibilidad de transporte aéreo con frecuencias diarias a Europa y Norteamérica, una red vial en perfectas condiciones, centros educativos de alto nivel, etc. Para ello se requiere una coordinación muy fina entre el Estado y los agentes privados.
-¿Qué tareas deben coordinar el gobierno y el sector privado?
-Se debería empezar por una planificación a largo plazo. La implementación de ese plan global será coordinado entre el gobierno, a través de dependencias estatales y municipales, y las empresas privadas. Estas podrán construir bajo el control del Estado cierto tipo de edificios compatibles con la política oficial. No se puede dejar la construcción de una nueva ciudad librada a la iniciativa privada, incluyendo la elección de las áreas destinadas a las viviendas para hogares de altos ingresos, básicamente de unos 10.000 extranjeros altamente calificados. Lo peor que le podría pasar a un desarrollo de ese tipo es que se diera la especulación inmobiliaria.
Modelo
-¿Cuál debería ser el modelo de ese proyecto urbanístico?
-Le reitero que en este tipo de proyectos se debe ser muy estricto en mantener una visión sostenida y coherente con una planificación a largo plazo y no dejar su desarrollo al libre albedrío de los agentes privados. Justamente se tiene que evitar la mirada cortoplacista, que es una de las grandes debilidades de los gobiernos de América Latina. Por ejemplo, ninguna licitación de obras de infraestructura puede hacerse desconectada de una visión global, ya que se requiere que cada pieza encaje exactamente con los lineamientos de una política de Estado diseñada para atraer a una inmigración calificada. Es esencial que la calidad de la edificación sea de primer nivel y que la prestación de servicios funcione con mucha eficiencia, porque los potenciales usuarios conocen otros lugares privilegiados del orbe y, lógicamente, van a hacer las comparaciones necesarias.
-¿No es algo ambicioso apuntar a la construcción de un nuevo modelo de ciudad en Uruguay?
-En absoluto. Tanto Montevideo como Punta del Este son sitios relativamente chicos que pueden transformarse con mucha más facilidad de lo que cree el común de las gentes si se tiene una idea clara de lo que se quiere. La definición del modelo va a facilitar la venta de un proyecto de este tipo.
Algo muy parecido hizo el premier Lee Kuan Yew, que es considerado el fundador del Singapur moderno. Le comunicó a todos los bancos su plan de construir un nuevo modelo de país y consiguió los fondos necesarios porque, si bien tuvo un control férreo de ese estado durante más de treinta años (1959-90), también contaba con el apoyo tácito de toda la población. (Nota del redactor: Lee Kuan Yew ejerció un régimen autoritario en lo social, pero decididamente capitalista, e impulsó la economía de la joven nación, carente de recursos naturales, hasta convertirla en uno de los países económicamente más competitivos del mundo).
En el caso de Uruguay, dada su larga tradición democrática, el proyecto de un nuevo modelo de ciudad para atraer inmigración calificada va a requerir un acuerdo entre la izquierda y la derecha que, si se lo separa del actual momento electoral, será fácilmente comprendido.
Se debe evitar la mercantilización del modelo por la especulación inmobiliaria
-¿Es viable un proyecto de ese tipo dadas las restricciones financieras generadas por la crisis internacional?
-Es previsible que resulte difícil conseguir la financiación para las obras públicas, pero no será imposible lograrlo si la sociedad uruguaya define consensualmente qué modelo de barrio o de ciudad se pretende construir, ya sea en Montevideo o en algún lugar de la costa uruguaya. Lo importante es proveer la infraestructura en la que se apoyará el proyecto final. Una vez que se cuente con ella, los capitales privados destinados a la construcción de viviendas van a llegar en mayor cantidad de lo que se pueda imaginar. Vale como ejemplo lo sucedido con la instalación de la planta procesadora de pasta de celulosa en Fray Bentos. La inversión de los finlandeses de Botnia no se hizo por casualidad, sino que fue el resultado de un largo proceso que comenzó con una política firme del Estado uruguayo para fomentar la forestación en gran escala.
-¿Cree, por lo tanto, que habría una buena demanda de viviendas de parte de un público extranjero culto y de alto poder adquisitivo?
-Sin duda que sí. En el caso particular de mi empresa, Rafael Viñoly Architects, hemos vendido prácticamente la totalidad de las unidades del complejo Edificio Acqua, de 26.000 metros cuadrados en la zona del Parque de Golf en Punta del Este, a gente que vive en Buenos Aires, San Pablo, Londres y otras ciudades europeas. Algunos de esos compradores pagaron US$ 7 millones por penthouses de 1.700 metros cuadrados. Hay que tomar esos hechos reales como una posibilidad de nuevos proyectos que difieren de la visión clásica de la inversión inmobiliaria latinoamericana.
-En caso que, finalmente, se construya el puente sobre la laguna Garzón, es muy probable que se produzca un boom inmobiliario en una extensa faja costera del departamento de Rocha. ¿Sería viable la construcción de una ciudad balnearia de características señoriales, como fue Punta del Este a mediados del siglo XX?
-Hay innumerables lugares de particular belleza a lo largo de la costa uruguaya que tienen todas las condiciones para albergar este tipo de proyectos; pero necesitan que se les rodee de infraestructura y servicios de primer nivel acordes con el estilo de vida de extranjeros cultos y con altos ingresos. Pero, hay que tener cuidado que el proyecto no se mercantilice porque puede ser arruinado como ya pasó en Punta del Este por la especulación inmobiliaria. No se puede admitir, por ejemplo, que el interés por la instalación de un casino, que indudablemente actúa como un imán para el turismo, conlleve la autorización para levantar torres que le quitan espacios verdes a una zona destinada a un público que demanda una calidad de vida de Primer Mundo y un ambiente natural con el mayor equilibrio ecológico.
No bastará con ofrecer los atractivos turísticos tradicionales
-¿Cuál sería el perfil de los residentes de una ciudad modelo con infraestructura y servicios similares o mejores a los del Primer Mundo?
-Se requiere definir por adelantado qué tipo de gente se quiere que viva allí. Incluso se deberá promover un clima social apropiado para esos residentes. Al contrario de lo que ya se ofrece en algunos países, ese sitio no estaría pensado para los jubilados del Primer Mundo, aunque tampoco se los rechazaría. Se promovería la radicación de familias de profesionales del sector informático, biotecnológico, creativos de videoarte, etc. Sería una población relativamente joven y culta, que hoy día está asociada con un estilo de vida que no necesita residir en los países centrales. Por supuesto, todo eso implica ciertas condiciones indispensables como estabilidad política, seguridad pública y jurídica más toda la infraestructura necesaria que hoy no existe en Uruguay, para un público exigente. No bastará con ofrecer los atractivos tradicionales para los turistas.
-¿Qué motivaría a una élite culta a residir permanentemente o parte del año en Uruguay?
-Hay miles de extranjeros con altos ingresos que hoy viven en Suiza o Mónaco. No lo hacen sólo por el encanto del entorno, sino sobre todo por la calidad de vida que allí encuentran. Además de dar por descontada la seguridad pública, la infraestructura edilicia y la atención médica de primer nivel, esa gente sabe que en esos países puede trasladarse sin inconvenientes por sus propios medios o cómodamente por transporte colectivo hasta ciudades cercanas, ya sea por motivos de trabajo, para asistir a espectáculos artísticos, para practicar distintos deportes, etc.
A su vez, las empresas tecnológicas, que en su mayoría son relativamente chicas y no contaminan, suelen instalarse en ciertos países teniendo en cuenta la calidad de la infraestructura, la disponibilidad de servicios y el sustrato social, ya que esos factores contribuyen a desarrollar armoniosamente las actividades laborales y satisfacer las aspiraciones de los emplea dos y sus familias. Esa complementariedad es esencial para captar una élite de investigadores, quienes no dudarían en vivir parte del año en Uruguay si se les garantizara esa calidad de vida, que sería muy superior, por lejos, a la de cualquier otro país latinoamericano. De ser así, esa ciudad modelo se convertiría en un "producto estrella" para la élite culta y de alto poder adquisitivo de buena parte del mundo.
Ficha técnica
Rafael Viñoly, uruguayo, 65 años, egresó como arquitecto y también como máster de la Universidad de Buenos Aires. Ha sido profesor visitante en varias universidades como Columbia, Harvard, MIT, Yale. Desde 1983 es director de Rafael Viñoly Architects PC en Nueva York con oficinas en Londres y Los Ángeles. Entre sus obras figuran el John Jay College (NY), el Foro Internacional de Tokio, el Centro Kimmel para las Artes Escénicas (Filadelfia), el Centro Financiero de El Cairo y el Museo de Arte Moderno Árabe de Doha (Qatar).
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